La importancia de diversificar un portafolio de inversión es ayudar a limitar la exposición a pérdidas significativas en el mercado. En los momentos en que el mercado marcha bien y un inversionista no recibe el retorno que desea, es importante recordar que el objetivo de la diversificación no es maximizar los retornos, sino minimizar pérdidas durante las recesiones. A continuación, te damos 3 razones de por qué debes hacerlos.
Disminuye el riesgo
La respuesta a la pregunta, ‘¿debo diversificar mi portafolio de inversión?’ Es un rotundo sí y la razón principal por la cual debes hacerlo es porque disminuye el riesgo de tu inversión.
Nadie puede predecir con exactitud qué activos te brindarán los mejores rendimientos y aunque tengas esa información, no quiere decir que esa inversión será rentable por siempre.
Asignar inversiones a diferentes clases de activos, te puede ayudar a reducir la volatilidad de los rendimientos a largo plazo. Así también hacerlo en diferentes sectores que no se encuentran correlacionados puede ayudar a los inversionistas contra las caídas graves de una inversión no efectiva.
Diversificar ayuda a mejorar tus rendimientos
Aumentar las oportunidades de tener sólidos rendimientos es otro motivo por el que los inversionistas deberían diversificar su portafolio. Por ejemplo, invertir en CETES puede presentar el mínimo riesgo, pero las tasas de interés prevalecientes limitarán tus ganancias de inversión.
Por otro lado, el hacerlo en la bolsa de valores o iniciando un negocio es una inversión de alto riesgo que te puede dar buenos rendimientos, pero también hay más posibilidades de que pierdas lo invertido. Por estas razones, se recomienda diversificarte.
Aumenta tu seguridad financiera
Tener múltiples fuentes de ingresos te va a proporcionar seguridad financiera, después de todo, en el mejor de los casos estarás recibiendo rendimientos de todas tus inversiones hechas.
¿En cuál mercado estaría bien diversificar?
La alternativa más sólida para diversificar es invertir en tierra, propiamente en todo aquello que se respalde en la industria inmobiliaria (con mecanismos tradicionales y no tradicionales), a la cual históricamente los inversionistas han recurrido en tiempos de inestabilidad en los mercados, debido al mecanismo de la plusvalía; de hecho, tal ha sido el repunte y apreciación de la industria (con todas sus variantes en cuanto a modelos y mecanismos de inversión), que regiones clave en el rubro, como lo es el Estado de Nueva York, le han reclasificado como “un negocio esencial” para la economía local (esto según la New York State Association of Realtors, en abril del 2020).
Desde un punto de vista económico podemos explicar el aumento constante en los precios de los bienes inmuebles (la tierra per se), como un aumento de la demanda por un espacio físico; este es finito y por ende entre más personas deseen vivir en una zona específica el valor de esta tiende a aumentar. Y ya que la tierra no crece, pero la población sí, la tendencia natural es que cada metro cuadrado se encarezca; simplemente, para el año 2030 nuestro país será el noveno con mayor número de pobladores (según el IGg) – por ende, el desarrollo inmobiliario y la inversión en bienes raíces no solo se convierte en una gran oportunidad, sino inclusive en un mecanismo de desarrollo social ante el crecimiento poblacional.
Esperaremos, naturalmente, que los estragos económicos, sociales y de salud de este inicio de década comiencen a desaparecer, pero eso es algo que demandará paciencia y disciplina a más de uno.